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HOCKEY: EL ORGULLO DE PERTENECER, EL ORIGEN

Hoy, el hockey femenino del Club Banco Provincia es una marca registrada, con equipos que suelen pelear en diferentes categorías y con logros destacados. Decenas de chicas desfilan por los caminos del predio vistiendo los colores del Club, sabiendo de la responsabilidad que eso conlleva y orgullosas de pertenecer. Pero durante décadas, el hockey del Club Banco Provincia pasó por varias etapas, con equipos de varones y de mujeres que han sabido competir, en lo amateur y profesional; y también con estructuras que se han desarmado. En el último tiempo, y con la necesidad de abrir una “primera” que posibilitara al Club competir en el torneo local, se comenzó a construir un proyecto que no fue nada fácil. El origen de estos sucesos data de no más de seis o siete años, justamente cuando chicas de entre 15 y 18 años, tuvieron que sumarse a la categoría principal.

Para conocer más detalles de la formación de este grupo, hablamos con las protagonistas, aquellas jóvenes que escribieron la historia reciente del hockey de nuestro Club:

Valentina Stradella: “Nosotras veníamos del ABC del hockey, habíamos descendido más veces de las que podíamos contar, abrimos la primera para darle la chance al club de seguir compitiendo en el torneo local que pedía de una tira completa.”

Valentina Payetta: “Se soñó mucho tiempo, pero se materializó el día que entendimos que como equipo teníamos mucho más para dar que lo que nosotras y posiblemente el resto creía. Fueron pretemporadas de verano, entrenamientos duros, constancia, altibajos, y mucha convicción y corazón lo que hizo que hoy podamos estar donde estamos.”

Cada ascenso significó un peldaño que subir, un objetivo que llevaba a otro y, al principio, la Línea “A” se veía allá lejos, en el horizonte. Fernando López, coordinadora de Hockey del Club y jugadora incansable de Intermedia y de Grand Master a nivel Nacional, recuerda aquellos procesos para tomar como ejemplo de vida: “El ascenso de 2016, que de la Línea “C”, pasamos a la “B”, se fijó un claro objetivo, se trazaron las estrategias y hubo percepción e inteligencia para cambiarlas cuando fue necesario. Y se trabajó durísimo. Cada actor creyó en el objetivo y desde su lugar entendió su función y la trató de cumplir de la mejor manera”.

“Deportivamente la fase regular se ganó de manera invicta con más de 100 goles a favor, pero en la semi se notó la juventud del plantel,  y se ganó de manera muy ajustada. Sin embargo en la final el equipo entero plasmó en la cancha el resultado del trabajo de todos jugando una final con la solvencia de un grupo consolidado. El ascenso 2016 es el lugar donde nos gusta viajar a todos los que participamos, es donde «el orgullo de pertenecer» se hizo mayor de edad”.

Martina Stein: “El día que descendimos la última vez, yo era chica todavía, entonces estaba de barra brava afuera en la tribuna, había comprado globos, espuma, bengalas de humo, de todo, porque tenía la confianza plena de que todo iba a salir bien, pero lamentablemente nos tocó descender. El campeonato siguiente a ese ya empecé a jugar con la primera mientras jugaba en la sexta también, todos los sábados doble partido y pelear para volver a donde merecíamos. Una cantidad de partidos ganados que era impresionante, terminamos con más de 100 goles a favor y creo que solo 3 en contra, estaba más que claro que nuestro lugar ahí no era.”

Y al siguiente año llegaría el logro principal, el ascenso a la máxima, a la Línea A. El horizonte ya estaba más claro, y si se seguía trabajando de la misma manera, era posible de alcanzar.

Valentina Stradella: “En el 2017 cuando salimos campeonas de la B y ascendimos a la A, la verdad que no lo esperaba. Subimos a la B sabiendo que queríamos comer todo, pero no pensábamos que íbamos a hacerlo. Y en eso salimos primeras en el torneo, no tan invictas, pero primeras al fin.

Caterina Galello: “Jugamos la línea B del torneo, veníamos de ascender en el torneo de la línea C en el 2016 que fue un antes y un después en nuestra historia. Ascendimos sabiendo que se nos venía un torneo mucho más complicado, peleado, que íbamos a tener partidos muy duros. Logramos, en la última fecha antes de los cruces, quedar primeras en la tabla ganándole a River en un partido súper duro.  Al quedar primeras en los cruces, jugamos con ventaja deportiva. Ganamos los octavos contra Once Unidos en un partido más difícil de lo que esperábamos, y fuimos a jugar las semis contra Náutico.”

Candela López Dorado: “Antes de jugar panza dura, ansiedad y proyecciones, siempre, ni hablar antes de una semifinal por el ascenso. El equipo que ganara no solo pasaba a la final sino que era de la A. Durante el partido hipnosis total,  un abstracción tal que hoy no tengo recuerdo de ni una sola jugada. Solo sé que salimos 2 2, que metí un gol, que nos empataron a último minuto y que seguíamos haciendo historia. Banco pasó a ser de la A y todo volvía a cambiar”.

Valentina Stradella: “Los que pasaran a la final estaban ascendidos así que esa era casi una final para nosotras. Empezamos ganando 2-0 y en eso nos lo empatan en los últimos minutos. Cuando tocó el silbato, yo sabía que ganábamos por ventaja deportiva. Y abracé a Cato nuestra arquera y le dije: «amiga, ¿Qué acabamos de hacer?». Se nos dio, habíamos laburado muchísimo y veíamos el fruto. Nuevamente festejamos, pero siempre fuimos las mismas, mismas caras, mismas amigas. Las que habíamos apostado por ese proyecto que confiábamos, las que habíamos visto como nos pegaban, como se iban jugadoras cada vez que descendíamos, éramos las mismas que jugábamos en primera a los 15 y perdían 20-0 con cualquiera”.

Martina Dominé: “Se me pone la piel de gallina con solo recordarlo. El partido que ascendemos fue hermoso pero no increíble. Porque desde el momento que pisamos la cancha para entrar a ese partido, sabíamos que íbamos a salir diciendo: «somos de la A» por todo el trabajo que hicimos esos dos años, porque sabíamos que de una caída íbamos a salir más fuertes. Teníamos el objetivo muy claro y fuimos a eso”.

Caterina Galello: “Ambos finalistas ascendían, así que podríamos decir que era el partido más importante del año: la semifinal. Jugamos el partido en Banco, con las tribunas llenísimas y una adrenalina inexplicable. Empatamos 2-2 y, al fin, nos quedó una a nosotras, pasamos por ventaja deportiva. Ascendimos en casa y el resto es historia…”

Valentina Payetta: “Un gran partido, de esos que la adrenalina te recuerda constantemente que estás ahí. Que tu objetivo está ahí. Éramos muchas. En una hora teníamos que poner todo el corazón y el amor a nuestra camiseta para concretar el trabajo, la constancia y el proyecto de muchos. Se logró, pecho inflado de orgullo, de alegría. Abrazos por doquier, felicidad plena y la satisfacción de que se hiciera realidad lo que como equipo siempre supimos: que queríamos volver a jugar entre los mejores. En la A. Siempre dedicándole amor a este club que tanto nos dejó y enseñó”.

Manu del Canto: “El primer sentimiento que se me viene es de mucha emoción y felicidad, poder compartir ese ascenso con amigas casi hermanas es algo que no tiene explicación. Me acuerdo de ese dolor de panza entre ansiedad y nervios antes del partido, de correr y dejar todo adentro de la cancha. Cada una sabiendo lo que había que hacer, convencidas de lo que queríamos y merecíamos por tanto esfuerzo. Terminó el partido y no parábamos de abrazarnos. La cancha era una locura, a puro festejo y cantos, lleno de gente que nos acompañó desde siempre. Agradezco a cada familia por hacerme parte, y como dice la frase: orgullosa de pertenecer. Siempre de Banco Provincia.”

Martina Stein: “Nunca me imaginé que iba a jugar al lado de quienes me entrenaron cuando recién llegaba al club, sin experiencia alguna jugando al hockey, me ayudaron a aprender todo desde cero. El lapso de tiempo desde que ascendimos a la B, hasta que ascendimos a la A, se pasó tan rápido en mi cabeza y fue tan increíble que no recuerdo bien todo lo que hicimos. Pero lo que si tengo patente en la memoria, es el día que jugamos en el club contra Náutico, empatamos 2 2 y ascendimos por ventaja; me largué a llorar al instante, en realidad ya estaba llorando desde que arrancó el partido porque empecé a darme cuenta de todo lo que había pasado, todo lo que nos habíamos preparado para ese momento, los días con frío, lluvia, calor, siendo cinco en un entrenamiento para después ir sumando a todas, levantándonos a las 6 de la mañana en el verano para hacer la pretemporada y correr muchísimo. Ver a toda la gente que nos bancaba, a todos los que estaban en la tribuna alentando, y más que nada por ver a las nenas más chiquitas que yo entrenaba en la 8va ahí gritando, porque me sentía identificada como cuando yo estaba en el Emder el día que descendimos a la C. Terminó el partido, entraron todas las nenas corriendo a la cancha, y el recuerdo más presente que tengo es cuando abracé a las nenas llorando con todo, porque fue y es un orgullo inmenso jugar por volver a la A, por nosotras que nos lo merecíamos más que nadie, y también por todas las chiquitas que se la bancaron siempre en la tribuna alentando y estando en todas”.

Pero todavía faltaba más, porque ese ascenso a la máxima, llegaría con broche de oro. Ya habían conseguido el objetivo principal: ascender a la máxima categoría; pero todavía quedaba una última meta: ganar la final a Del Valle de Necochea, un aguerrido rival que había llegado a la final por méritos propios.

Valentina Stradella: “La final fue Ida y vuelta con del Valle. La ida era a la semana, se jugó en Uni (la peor cancha de la ciudad) de noche y con mucho frío. Empatamos en un partido de esos que parece que teníamos todas a favor. Ellas metieron un gol que les anularon, yo saqué una de la línea, Cato volaba para atajar todo. No atacábamos, pero no íbamos a dejar que nos ganaran”.

Caterina Galello: “Ida en Universitario, cero a cero, así que nos íbamos a la vuelta para jugar el partido que lo definía a todo sin ventajas ni desventajas. Jugamos la vuelta en el mítico estadio del EMDER, empatamos 2-2 en tiempo reglamentario. Me acuerdo de defender un corto en contra, mirando el reloj de frente y ver que faltaban 5 segundos para que termine el partido. Lo defendimos con el cuchillo entre los dientes, lo sacamos y fuimos a alargue.”

Valentina Stradella: “La vuelta se jugaba con dos semanas de diferencia y nosotras le decimos «las semanas del horror». En esas dos semanas yo me fracturé la mano derecha, mi compañera también central se fractura el mismo dedo que yo, y mi otra compañera lateral por derecha sufre la pérdida de su papá. Así que llegamos a jugar esa final sin tres de las cuatro defensoras titulares. Mandando a los volantes a defender y haciendo malabares con las posiciones. Lo vi de afuera por primera vez en 14 años de hockey, y lo sufrí como si estuviera adentro. Ganábamos dos a cero, tranquilas, jugando bien. Y faltando 4 minutos nos hacen el primero. Y como siempre vino con otro más, nos empatan. Muy internamente pienso que no podría ser de otra manera. Era muy a lo Banco, nosotras siempre sufrimos siempre hasta el final, siempre llegando con lo justo, pero llegando al fin.”

“Nos juntan a hablar y nos avisan que es gol de oro. Paloma nunca escuchó la charla y en eso me dice: «¿Gol de oro dijo?» Como si se le hubiera metido la idea entre los dos ojos. Primera jugada del tiempo extra, la abren, le hacen el pase a Tita por afuera y pone el centro para Paloma que la pone de revés y clava el gol al ángulo. Me volvió el alma al cuerpo, lloré, reí, volví a dedicárselo a todos, y me reconfirmé que la historia reciente la escribí con mis amigas.”

Caterina Galello: “Y llegó Palomita con su gol de oro. Bi campeonato consecutivo, doble ascenso, ascenso a la línea A, sufriendo hasta último minuto. El remolino de emociones de esos partidos es casi inexplicable, habíamos hecho historia, no solo en nuestro club, si no también en el hockey marplatense. Sabíamos que todo el club dependía de nosotras para ver en qué línea jugaba.  Y fuera de nuestro orgullo, de lo lindo de ganar y ascender, era la emoción de saber que todo lo que lográbamos era para que nuestras inferiores jugaran en el mejor nivel de Mar del Plata, y que eso significara lo mejor para el club a futuro.  Creo que siempre supimos llevar bien la «mochila» de llevar al club con nosotras. Y haber sido parte de esta historia es un orgullo que no entra en ningún lado”.

Paloma Cejas: “Nunca me voy a olvidar del ascenso de la “B” a la “A”. Era finales de 2017, terminamos primeras en el torneo y nos cruzamos con Del Valle en la final. Empatamos 0 a 0 en la ida, y en la revancha íbamos ganando pero nos empataron sobre la hora. Fuimos al alargue con gol de oro y a los pocos minutos en un ataque a favor, Tita me cruza la bocha de derecha a izquierda, recibo y le pego de revés al gol. Fue un momento único, en las canchas del EMDER y lleno de público. Imposible de olvidar”.

Martina Dominé: “Creo que lo que sí fue una locura, fue el salir campeonas, un partido muy peleado pero que se disfrutó mucho tanto dentro como por fuera de la cancha. Además lo cerramos con un gol de oro, una emoción tremenda. Hoy veo las fotos, veo los videos y mi cuerpo se traslada a ese momento de felicidad plena, a ese abrazo de gol con mis compañeras, a esa hinchada fiel que no se perdía ni un partido, a todos los que pertenecemos al club con la cara pintada de los colores…  un momento que va ser inolvidable en mi vida”.

Cande López Dorado: “Bicampeonato, 2 ascensos consecutivos, el fruto del esfuerzo, la entrega, el compromiso y el amor por la camiseta estaba en nuestras manos. Sabíamos bien que no siempre que se merece se gana, pero esta vez merecimos y ganamos. Mi sensación fue agradecimiento total, por una pasión tan grande, por unas compañeras gigantes, por un club entero bancando nuestro juego, por las familias que en ese momento fueron la mía. Agradecimiento a la vida o a quien sea por vivir esa experiencia de jugar, compartir y sentir sensaciones tan intensas”.

Valentina Stradella: “No lo cambio por nada. Jugar en CUDS es fácil, ya hubo otras que te abrieron el camino. Pero nosotras peleamos por nuestro camino y lo mantuvimos y más importante que todo, siempre creímos que teníamos que estar donde estamos. Me acuerdo que cuando descendí por primera vez, tenía 14 años y una chica que tendría casi 30, del otro equipo, me vio llorando y me dijo: «nena, vos tranquila que en unos años nos cruzamos de nuevo», y en eso no se equivocó. Estoy orgullosa de nuestro camino porque marcó quiénes somos, cuánto amamos lo que hacemos y más importante que todo que somos de Banco. No hay nada más lindo que sentir amor por el lugar que te crió, que me vio formarme, que me dio los momentos más felices y los más tristes. No por nada muchas de nosotras llevamos el caballito literalmente tatuado en la piel.”

Hoy las chicas de Banco compiten en el máximo nivel, pueden ganar o perder, pero son respetadas por las rivales. Saben de su entrega y su corazón y como se reponen de las adversidades; y lo que es más importante: amor por la camiseta. Fernanda López, de toda una vida en el Club, las conoce muy bien: “Hoy estas jugadoras siguen vinculadas al club, y  más allá de que la mayoría  sigue compitiendo e inclusive son entrenadoras, tienen entre ellas un vínculo muy sólido y un sentido de pertenencia que de manera natural van transmitiendo a las más jóvenes”.